sábado, 30 de agosto de 2008

Dialectos (¿Y Porno para Ricardo?)

Aquí tenemos un buen ejemplo para ilustrar la conversación sobre los dialectos y de paso encuentro un pretexto para combinar mis inquietudes políticas con las estéticas. Detrás de la detención del cantante de Porno para Ricardo hay una larga historia de rechazo al rock dentro de la cultura oficial cubana. No creo que ello se debiera a que ciertos funcionarios tuvieran un gusto estético demasiado conservador. Simplemente la cultura del rock tiene que ver con la articulación de un discurso sobre la libertad, de una manera que cuestiona las relaciones entre el individuo y el grupo, así como las relaciones generacionales y, por supuesto, las relaciones con los diferentes poderes que actúan en la sociedad.

En Cuba, cualquier discurso sobre la libertad entra en el rango de los dialectos, si no es generado, sancionado y "redactado" desde las altas esferas del poder político. El rock, que no sólo es discurso, sino también práctica de la libertad, fue desplazado hacia los márgenes de la cultura cubana y fue (no sin razón) entendido como un fenómeno cultural de índole contestataria.

Dentro de la cultura del rock puede llegar a apreciarse la marginalidad como un elemento de respuesta o de resistencia ante los poderes establecidos. Porno para Ricardo puede incluso explotar (en términos ideológicos al menos) su posición marginal respecto al mercado internacional de la música. Pero creo que hay elementos de más peso para que su lenguaje entre en el rango de los dialectos, y es que su discurso es inaudito en el contexto cubano, más por la forma que por el contenido. Una manera tan directa y tan poco poética de dirigirse y oponerse a las autoridades, no tiene antecedentes en el arte cubano postrevolucionario, un arte que, por lo menos en los últimos tiempos, ha refinado sus mecanismos para estetizar la inconformidad. Por eso, si algo le molesta a las autoridades no es el "ruido" que hace la banda en sus ensayos, sino el ruido que significan ellos dentro de un sistema (también lingüístico) construido de susurros, metáforas y retruécanos.

Ese sistema garantiza el orden en las relaciones entre los artistas y los poderes en Cuba. Violentar de una manera tan poco "diplomática" ese orden no sólo es poco "estético", sino incluso es poco "político". El discurso de Porno para Ricardo es poco estético, entre otras razones porque también es marginal respecto a la noción tradicional de belleza (¡Cuán cursi me parece ahora la melancolía de Silvio Rodríguez!). Y es poco político porque no deja margen para la negociación. Y a las autoridades les quedan solamente dos opciones: o reprimen brutalmente o encuentran otras fórmulas para negociar.

jueves, 17 de julio de 2008

La perla del Edén. Comentarios a la obra de Cirenaica Moreira

st3

Cirenaica Moreira. Sin título

A mí me gusta ver fotos de mujeres hermosas. No quiero presumir de originalidad, pero lo cierto es que en el lenguaje de la crítica contemporánea este planteamiento no es usual. Primero, porque no se considera correcto hacer un consumo del cuerpo femenino como "objeto sexual". Y, segundo, porque se espera que el crítico mantenga (o finja mantener) cierta frialdad ante la representación del cuerpo, y una mirada casi "clínica" ante el cuerpo representado.

Claro que puedo convivir con esa corrección clínica, pero hoy quiero confesar que cuando veo una fotografía de Cirenaica Moreira, lo primero que observo es una mujer hermosa. Y sospecho que, en parte, eso es lo que la autora pretende que uno vea. Así que las fotografías de Cirenaica me gustan porque me complacen, pero también porque sé que en esa complacencia hay mucho de juego, de negociación e, incluso, de sarcasmo.

Cirenaica pone en juego un exhibicionismo que es mitad irónico y mitad cándido. La ironía se aprecia sobre todo cuando recicla algunos estereotipos que todavía rigen la representación de lo femenino, ofreciendo su propio cuerpo como un señuelo para la mirada alborozada y torpe de los machos comunes (entre los cuales me incluyo). Con este perverso modus operandi también contribuye a sustraer la imagen femenina del monopolio que históricamente han mantenido los sistemas de representación machistas, voyeuristas y porno-lógicos con que se ha contaminado el código fotográfico.

La candidez la veo en las obras que son más autobiográficas, porque en ellas Cirenaica expone su mundo afectivo (y su gusto), sin ninguna sofisticación. Pudiera pensarse que tanta densidad retórica es un indicio de complejidad conceptual, pero yo lo veo más bien como un signo de la espontaneidad con que Cirenaica asume su propio universo estético, lleno de filiaciones melodramáticas, asociaciones simbólicas y literarias, infiltraciones del kitsch y del folclore contemporáneo, y matizado por un erotismo autorreferencial y fetichista.

el reloj la venganza es un plato que se sirve frío

Cirenaica Moreira. El reloj
Cirenaica Moreira. La venganza es un plato que se sirve frío

Hay mucho de intuitivo en los procesos artísticos que conforman la obra de Cirenaica, pero también hay mucho de esa astucia con la que el arte cubano de las últimas décadas ha sabido abrirse a una especie de eclecticismo casi programático. Por eso interpreto ciertas analogías entre varios de sus trabajos recientes y algunas obras de Cindy Sherman como algo que va más allá de lo visual. Por lo menos a mí me lleva a suponer que Cirenaica está aceptando y poniendo en práctica una concepción de la cita, similar a la que instrumentó la propia Sherman, junto a algunos artistas de su generación; entendiendo el acto de citar como un recurso útil para la reversión de los paradigmas que han modelado la cultura visual moderna.

De hecho, la cita puede ser entendida como un recurso político, además de retórico. Es un acto de apropiación y un acto de resistencia. Y, en el contexto del arte contemporáneo, cada cita es una puesta en escena de los límites que pueden ser forzados por medio de esa relación perversa entre original y copia. Quiero decir que la copia no es solamente el doble del original, sino que todo el acto de citar es en sí mismo el simulacro de una realidad regida por la indiferencia entre original y copia.

la vida en rosa ECindyShermanok

Cirenaica Moreira. La vida en rosa
Cindy Sherman.The actress (Daydrea Ming)
Serie Murder Mystery People. (Tomado de http://www.masdearte.com/item_exposiciones.cfm?noticiaid=3136)

Decir eso me obliga a relativizar también el supuesto (que hasta ahora he compartido) de que la obra de Cirenaica tiene una deuda más evidente con el precedente que implantó Marta María Pérez en la fotografía cubana de la década de 1980. Sin menoscabar el mérito que tiene Marta María como pionera en un tipo de representación fotográfica esencialmente femenina (no feminista) y sin dudar de que su trabajo sigue siendo una referencia para fotógrafos y fotógrafas de generaciones más recientes, prefiero entender las fotos de Cirenaica en su cercanía a una sensibilidad más afín con lo hiperbólico, lo sentimental y lo alegórico.

Ambas artistas parecen compartir la misma intuición de que el cuerpo propio está marcado (trágicamente, me atrevería a decir) por un destino que sólo puede resolverse en la imagen. Y creo que ambas asumen este hecho con similar dramatismo. Sin embargo, la obra de Cirenaica se divide entre la representación del cuerpo y la articulación de un discurso sobre el cuerpo, que debería originarse en la representación misma (que una de sus fotos se titule "No soy yo, es mi cuerpo" ilustra bastante sobre cómo ella percibe esa dualidad). Marta María, en cambio, parece distanciada de ese tema, puesto que no se propone generar (aunque sí logra convocar) una discursividad sobre el cuerpo. De hecho creo que los momentos más intensos de la obra de Marta son aquellos en los que el propio cuerpo es el discurso.

no soy yo, es mi cuerpoFoto 08.2 Web

Cirenaica Moreira. No soy yo, es mi cuerpo
Marta María Pérez. S/T. De la serie Sueños y estigmas

Una de las obras más lindas de Cirenaica Moreira está basada en la cita de una foto de Joaquín Blez. Creo que ése es un buen ejemplo de cómo funciona la pluralidad de discursos en todo su trabajo. Construida con una sencillez engañosa, esa foto provee de vías muy inteligentes para subvertir tanto al original como al contexto discursivo de la copia. Cuando Cirenaica sustituye el mantón de la modelo de Blez por una bandera cubana, está jugando con una asociación entre patria y mujer que forma parte de los estereotipos con que se ha construido la imagen de la nación. De hecho, la historia de la fotografía cubana contiene ejemplos, desde principios del siglo XX, de esa construcción iconográfica, que adhiere al concepto de lo nacional, el erotismo de lo femenino.

Pero la foto fue titulada Cuba te espera, lo cual no se refiere ni a la feminización de la nación, ni a un hipotético destino de integración entre Cuba y los cubanos, sino a un simple slogan publicitario, destinado a atraer al turismo extranjero. Si tenemos en cuenta que esa publicidad turística ha hecho uso, más de una vez, de la figura femenina (tanto como de la masculina, debemos reconocer a su favor) como estímulo al deseo y al consumo, podemos dar un giro en la lectura de esta foto y entenderla en lo que tiene de sarcástica alusión a la manipulación de la sexualidad por los discursos de la publicidad comercial.

obras010 Blez6

Cirenaica Moreira. Cuba te espera
Joaquín Blez. Sin título

Debo aclarar que ni en ésa ni en otras fotos de Cirenaica que abordan temas similares, la mujer es representada como víctima de un sistema. Pese a lo que pueda argumentarse desde los discursos que en Cuba se acercan a los estudios de género, yo sigo sintiendo que la condición femenina se vive en Cuba en una festiva armonía con los estereotipos que se han consolidado históricamente sobre la sexualidad; particularmente, sobre la sexualidad de los y las cubanas.

Y sin embargo, eso no contradice mi percepción de que las fotografías de Cirenaica Moreira ilustran, de una manera crítica, una parte significativa del universo de aspiraciones, fantasías y frustraciones que componen la realidad cotidiana de la mujer cubana contemporánea. Éste es un universo donde el cuerpo, el espacio doméstico y la sexualidad entretejen una trama simbólica desde la que se instrumentan muchas de las mediaciones entre los individuos y la sociedad. Durante más de 20 años el arte cubano ha atendido especialmente a esa zona de transacciones en la que se configuran y muchas veces se negocian las representaciones de las identidades. Y la fotografía ha tenido en esos procesos una obvia e inevitable participación, sobre todo porque es uno de los mejores complementos para formulaciones artísticas que tienen que ver especialmente con lo performático y con lo reproductivo. Desde esos dos polos Cirenaica ha hecho una obra inteligente y arriesgada, pero, sobre todo, comprometida auténticamente con la vivencia de su propia sexualidad...

marilyn

Cirenaica Moreira. Marilyn

La perla del Edén. Comentarios a la obra de Cirenaica Moreira

st3
Cirenaica Moreira. Sin título
A mí me gusta ver fotos de mujeres hermosas. No quiero presumir de originalidad, pero lo cierto es que en el lenguaje de la crítica contemporánea este planteamiento no es usual. Primero, porque no se considera correcto hacer un consumo del cuerpo femenino como "objeto sexual". Y, segundo, porque se espera que el crítico mantenga (o finja mantener) cierta frialdad ante la representación del cuerpo, y una mirada casi "clínica" ante el cuerpo representado.
Claro que puedo convivir con esa corrección clínica, pero hoy quiero confesar que cuando veo una fotografía de Cirenaica Moreira, lo primero que observo es una mujer hermosa. Y sospecho que, en parte, eso es lo que la autora pretende que uno vea. Así que las fotografías de Cirenaica me gustan porque me complacen, pero también porque sé que en esa complacencia hay mucho de juego, de negociación e, incluso, de sarcasmo.
Cirenaica pone en juego un exhibicionismo que es mitad irónico y mitad cándido. La ironía se aprecia sobre todo cuando recicla algunos estereotipos que todavía rigen la representación de lo femenino, ofreciendo su propio cuerpo como un señuelo para la mirada alborozada y torpe de los machos comunes (entre los cuales me incluyo). Con este perverso modus operandi también contribuye a sustraer la imagen femenina del monopolio que históricamente han mantenido los sistemas de representación machistas, voyeuristas y porno-lógicos con que se ha contaminado el código fotográfico.
La candidez la veo en las obras que son más autobiográficas, porque en ellas Cirenaica expone su mundo afectivo (y su gusto), sin ninguna sofisticación. Pudiera pensarse que tanta densidad retórica es un indicio de complejidad conceptual, pero yo lo veo más bien como un signo de la espontaneidad con que Cirenaica asume su propio universo estético, lleno de filiaciones melodramáticas, asociaciones simbólicas y literarias, infiltraciones del kitsch y del folclore contemporáneo, y matizado por un erotismo autorreferencial y fetichista.
el reloj
Cirenaica Moreira. El reloj
la venganza es un plato que se sirve frío
Cirenaica Moreira. La venganza es un plato que se sirve frío
                       
Hay mucho de intuitivo en los procesos artísticos que conforman la obra de Cirenaica, pero también hay mucho de esa astucia con la que el arte cubano de las últimas décadas ha sabido abrirse a una especie de eclecticismo casi programático. Por eso interpreto ciertas analogías entre varios de sus trabajos recientes y algunas obras de Cindy Sherman como algo que va más allá de lo visual. Por lo menos a mí me lleva a suponer que Cirenaica está aceptando y poniendo en práctica una concepción de la cita, similar a la que instrumentó la propia Sherman, junto a algunos artistas de su generación; entendiendo el acto de citar como un recurso útil para la reversión de los paradigmas que han modelado la cultura visual moderna.
De hecho, la cita puede ser entendida como un recurso político, además de retórico. Es un acto de apropiación y un acto de resistencia. Y, en el contexto del arte contemporáneo, cada cita es una puesta en escena de los límites que pueden ser forzados por medio de esa relación perversa entre original y copia. Quiero decir que la copia no es solamente el doble del original, sino que todo el acto de citar es en sí mismo el simulacro de una realidad regida por la indiferencia entre original y copia.
la vida en rosa
Cirenaica Moreira. La vida en rosa
ECindyShermanok
Cindy Sherman.The actress (Daydrea Ming). Serie Murder Mystery People. (Tomado de http://www.masdearte.com/item_exposiciones.cfm?noticiaid=3136)
       
Decir eso me obliga a relativizar también el supuesto (que hasta ahora he compartido) de que la obra de Cirenaica tiene una deuda más evidente con el precedente que implantó Marta María Pérez en la fotografía cubana de la década de 1980. Sin menoscabar el mérito que tiene Marta María como pionera en un tipo de representación fotográfica esencialmente femenina (no feminista) y sin dudar de que su trabajo sigue siendo una referencia para fotógrafos y fotógrafas de generaciones más recientes, prefiero entender las fotos de Cirenaica en su cercanía a una sensibilidad más afín con lo hiperbólico, lo sentimental y lo alegórico.
Ambas artistas parecen compartir la misma intuición de que el cuerpo propio está marcado (trágicamente, me atrevería a decir) por un destino que sólo puede resolverse en la imagen. Y creo que ambas asumen este hecho con similar dramatismo. Sin embargo, la obra de Cirenaica se divide entre la representación del cuerpo y la articulación de un discurso sobre el cuerpo, que debería originarse en la representación misma (que una de sus fotos se titule "No soy yo, es mi cuerpo" ilustra bastante sobre cómo ella percibe esa dualidad). Marta María, en cambio, parece distanciada de ese tema, puesto que no se propone generar (aunque sí logra convocar) una discursividad sobre el cuerpo. De hecho creo que los momentos más intensos de la obra de Marta son aquellos en los que el propio cuerpo es el discurso.


no soy yo, es mi cuerpo
Cirenaica Moreira. No soy yo, es mi cuerpo el que rcuerda
Foto 08.2 Web
Marta María Pérez. S/T. De la serie Sueños y estigmas
           
Una de las obras más lindas de Cirenaica Moreira está basada en la cita de una foto de Joaquín Blez. Creo que ése es un buen ejemplo de cómo funciona la pluralidad de discursos en todo su trabajo. Construida con una sencillez engañosa, esa foto provee de vías muy inteligentes para subvertir tanto al original como al contexto discursivo de la copia. Cuando Cirenaica sustituye el mantón de la modelo de Blez por una bandera cubana, está jugando con una asociación entre patria y mujer que forma parte de los estereotipos con que se ha construido la imagen de la nación. De hecho, la historia de la fotografía cubana contiene ejemplos, desde principios del siglo XX, de esa construcción iconográfica, que adhiere al concepto de lo nacional, el erotismo de lo femenino.
Pero la foto fue titulada Cuba te espera, lo cual no se refiere ni a la feminización de la nación, ni a un hipotético destino de integración entre Cuba y los cubanos, sino a un simple slogan publicitario, destinado a atraer al turismo extranjero. Si tenemos en cuenta que esa publicidad turística ha hecho uso, más de una vez, de la figura femenina (tanto como de la masculina, debemos reconocer a su favor) como estímulo al deseo y al consumo, podemos dar un giro en la lectura de esta foto y entenderla en lo que tiene de sarcástica alusión a la manipulación de la sexualidad por los discursos de la publicidad comercial.
obras010
Cirenaica Moreira. Cuba te espera
Blez6
Joaquín Blez. Sin título
             
Debo aclarar que ni en ésa ni en otras fotos de Cirenaica que abordan temas similares, la mujer es representada como víctima de un sistema. Pese a lo que pueda argumentarse desde los discursos que en Cuba se acercan a los estudios de género, yo sigo sintiendo que la condición femenina se vive en Cuba en una festiva armonía con los estereotipos que se han consolidado históricamente sobre la sexualidad; particularmente, sobre la sexualidad de los y las cubanas.
Y sin embargo, eso no contradice mi percepción de que las fotografías de Cirenaica Moreira ilustran, de una manera crítica, una parte significativa del universo de aspiraciones, fantasías y frustraciones que componen la realidad cotidiana de la mujer cubana contemporánea. Éste es un universo donde el cuerpo, el espacio doméstico y la sexualidad entretejen una trama simbólica desde la que se instrumentan muchas de las mediaciones entre los individuos y la sociedad. Durante más de 20 años el arte cubano ha atendido especialmente a esa zona de transacciones en la que se configuran y muchas veces se negocian las representaciones de las identidades. Y la fotografía ha tenido en esos procesos una obvia e inevitable participación, sobre todo porque es uno de los mejores complementos para formulaciones artísticas que tienen que ver especialmente con lo performático y con lo reproductivo. Desde esos dos polos Cirenaica ha hecho una obra inteligente y arriesgada, pero, sobre todo, comprometida auténticamente con la vivencia de su propia sexualidad...


marilyn
Cirenaica Moreira. Marilyn

lunes, 16 de junio de 2008

Post-pornografía. Sobre un video de Katiuska Saavedra



Hace tiempo que estaba por publicar este video de Katiuska Saavedra. Fue la obra que más me gustó, entre las que hicieron los alumnos del Seminario de Fotografía del 2007 en el Centro de la Imagen. Sentí que era una obra muy ligera, sin esa densidad discursiva que con tanto afán buscan los artistas contemporáneos y que, cuando se trata de un artista joven, resulta doblemente embarazosa.
Todavía el trabajo de Katiuska Saavedra tiene un aire medio candoroso, y sus referencias a algunos datos conceptuales tienen el encanto de lo empírico. Por lo demás, es una artista a la que le gusta jugar mucho más que conceptualizar. Y, evidentemente, le encanta jugar con el sexo, lo cual ya le da mucho más mérito ante mis ojos.
De pronto pienso que ese tipo de obra pone en práctica ese cruce entre lo público y lo privado que yo estoy buscando para cierta parte de mi escritura. Cruce en el que hay claramente una voluntad de exhibicionismo. Y al que no le es ajeno un toque irónico.
Hace poco leía un ensayo de Fabián Giménez Gatto, titulado Pospornografía. Es un texto que me gustará releer, porque es interesante y porque toca un tema que está presente en muchas de mis reflexiones sobre arte. Ahora, viendo el video de Katiuska, me preguntaba si no será también un ejemplo de esa visibilidad post-pornográfica a la que se refiere Gatto (esa especie de "pornografía fisurada", para usar un término de Roland Barthes que el propio Gatto cita con fruición).
A mí me encantan las fisuras, los cismas, las disidencias. Y quiero creer que Katiuska Saavedra me va a ofrecer algo de eso en sus próximas obras
...

lunes, 26 de mayo de 2008

Algunas frescuras sobre la obra de Tomás Sánchez

tomas3

En Monterrey la temperatura estaba sobre los 40 grados, pero si la exposición de Tomás Sánchez en el MARCO me pareció refrescante no fue solamente por el aire acondicionado del museo. Hacía mucho tiempo que no veía obra de Tomás, así que esta oportunidad me pareció un privilegio. Todavía recuerdo el asombro y el encanto que nos provocaron aquellos cuadros que expuso en la Bienal de La Habana, basados en esas relaciones entre la isla, la nube y la laguna. Ahora no sabría decir a ciencia cierta qué es lo que nos encantaba de esas obras, pero creo que lo fundamental es que eran bellas, aunque en aquella época nos diera tanto pudor usar esa palabra (bueno, a mí me daba pudor creo que a ti no). De esa época (y probablemente en la misma edición de la Bienal) sólo recuerdo otra obra que me haya fascinado tanto, y es la serie Sólo agua en la lágrima de un extraño, de Gory. Curiosamente, tanto aquella obra de Gory como la de Tomás, jugaban con opciones visuales de la insularidad que después se volvieron más recurrentes en el arte cubano, aunque casi nunca llegaron a esos niveles de delicadeza y de inteligencia (The Wasted Waters, de Piña, está entre las excepciones honorables).

Es peligroso ir al reencuentro de una obra con esas expectativas, en las que siempre hay un poco de nostalgia y un poco de mitificación. Finalmente nunca me fue difícil repetir que Tomás Sánchez es uno de los mejores pintores cubanos que he conocido. Así que entrar al museo fue también como pasar de un terreno de idealidad a una experiencia más terrenal.

En esa experiencia descubrí que mi relación con cierto tipo de pintura figurativa está muy contaminada por mi relación con la fotografía e, incluso, por la mediación de las fotos, las diapositivas y los JPG. De modo que suele ocurrirme que, al ver el original, me sienta un poco frustrado, porque el original siempre exhibe imperfecciones. En ese sentido, el original siempre es más real, por supuesto, pero lo es también en la medida en que se exhibe como más artificial, puesto que la realidad de una obra de arte está basada precisamente en su carácter de artificio.

Sentí esa frustración con muchas de las obras que componen esta exposición. Creo que es una incomodidad que se da al dejar de relacionarse con la obra en un plano ideal y hacerlo en un espacio real. O al dejar de sentir la obra como imagen y empezar a percibirla como objeto. La duda que tengo ahora es si todo es consecuencia de mi prejuicio, o si realmente algunos de esos paisajes carecen de ese necesario “contrapeso” que permite a una obra de arte existir ubicuamente entre lo imaginario y lo objetivo (lo que es decir, más o menos, entre la totalidad y lo incompleto).

tomas8

Porque también hay otras obras que son sencillamente magníficas. Como esa serie de nubes, pintadas al pastel, que tienen una exquisitez del carajo. O como la serie de pinturas de los basureros, que son un lujo para la mirada y para la imaginación. Esas pinturas en particular tienen una carga dramática impresionante, y además transmiten un doble sentimiento de humildad y grandeza, que es simplemente conmovedor. Ese tipo de obras hacen que disfrute la pintura también como pintura, incluso más allá de las argucias de la representación. Tienen esa cosa electrizante que toca mi cuerpo, que asalta mi simpático, que repercute en mi pelvis y que crea una pausa en mi ritmo cardiaco (aunque esto último no es tan difícil, dado mi estilo de vida).

Y sin embargo, hay otros paisajes que parecen estar hechos más para la mente que para el ojo, y mucho menos para el cuerpo. Ya sé que eso suele ser entendido como un valor, más que como una deficiencia de la obra. Y ayuda a mantener la imagen de Tomás Sánchez como un artista medio místico y medio conceptual. Pero a mí ese efecto me deja ligeramente insatisfecho, cuando pasa el momento –casi lúdicro- del desciframiento. Estoy pensando sobre todo en varios cuadros que coinciden en el tema del “observador” o el “meditador”, pues en todos ellos aparece ese personaje (ese “motivo”) casi mimetizado dentro de un paisaje imponente, bien concentrado en sí mismo, o bien concentrado en el paisaje (aunque aquí no hay mucha diferencia entre una cosa y otra). Hay algunos retruécanos aquí, puesto que el observador, además de ser el personaje representado observando el paisaje, es también el pintor que observa al observador. Y, en última instancia, soy yo mismo, observando al observador y al paisaje. Si a esto añadimos que muy posiblemente el observador representado es el propio pintor, la segunda opción se complica, porque se trataría del observador observándose a sí mismo. El tema de los cuadros es, sin dudas, la mirada (o más bien, la observación, que aquí aparece planteada como un ejercicio muy particular de introspección, de desdoblamiento y de desprendimiento). Pero en todo caso, los cuadros contendrían más un comentario sobre la mirada que un estímulo para la mirada, aun cuando exigen un esfuerzo extra para descubrir al observador representado, quien no siempre se nos revela de golpe.

el canto del pájaro azul

Y es que esos paisajes los veo como una sugerencia de paisaje, como un boceto, como una posibilidad. Parece haber una trampa lingüística en ese statement que dice: he aquí un paisaje, como si la definición de lo representado tuviera que venir desde fuera, como si la pintura no pudiera definirse desde sí misma.

Me da gracia que Néstor Díaz de Villegas (otra vez Néstor) sugiere que hay algo "intrínsecamente batistiano" en lo "acomodaticio" de esos paisajes.

Me da gracia, pero me deja pensando