En Cuba todos se sienten vigilados. Y con razón. Cada vez que el gobierno lo considera útil, publica fotografías, grabaciones de conversaciones telefónicas, videos o cualquier otro tipo de documento obtenido de manera clandestina, en espacios públicos, pero sobre todo privados. Estas publicaciones pretenden descubrir supuestas actividades ilegales o inmorales de opositores o funcionarios nacionales e incluso extranjeros. Pero igualmente cumplen una función coercitiva, que es una de las claves en que se basa la equilibrada relación entre el Estado cubano y la sociedad. Nadie duda que si hay micrófonos en la casa del Canciller, puede haber micrófonos en su propia casa. Y este sentimiento, entre paranoico y egocéntrico, ha sido sembrado por el propio Estado, capaz de elevar al rango de conspiración contrarrevolucionaria cualquier gesto de inconformidad, por mínimo y doméstico que sea.
Altos funcionarios del gobierno cubano. Imágenes divulgadas por María Elvira Live, en Mega TV, reproducidas en http://www.cubaencuentro.com/es/layout/set/gallery/multimedia/galerias/a-bailar-y-a-gozar-en-la-finquita-de-conrado/%28filter%29/slider
La periodista Yoani Sánchez acaba de publicar unas fotografías con las que denuncia la vigilancia a que es sometida ella misma. Pero lo que tienen de subversivas esas fotos no es solamente el hecho de que se atrevan a exponer el carácter represivo de un Estado eminentemente policial, sino que cambian el rol pasivo del que es observado por el rol activo del que observa.
Yoani Sánchez: Apostados en los bajos de mi casa, extiende el cerco radioactivo sobre mí. Tomado de Generación Y
La fotografía ha estado siempre al servicio de los medios de vigilancia, control y represión. Lo mismo sirvió para identificar a los líderes de la Comuna de París que para crear registros de las prostitutas de la Ciudad de México. La condición de índice que se le atribuye al signo fotográfico puede ser interpretada también por su función acusatoria. El índice no sólo se usa para señalar, también se usa para acusar.
Esa posibilidad del índice que identifica y acusa es la que está utilizando ahora Yoani para contestar y anular las presiones desmesuradas que ejerce sobre ella el Estado cubano, por medio de su sistema de vigilancia. Es una puesta en práctica de la función política que cumple la fotografía documental en el mundo contemporáneo, cuando se usa para denunciar los abusos del poder estatal, para testimoniar las dinámicas sociales desde posiciones de resistencia, o para dar visibilidad a grupos y sectores sociales marginados.
Yoani Sánchez: Ella se tapaba la cara…tal vez temiéndole al futuro. Tomado de Generación Y
Estas fotos de Yoani son interesantes también para ubicar, desde la cualidad simbólica del acto fotográfico, la compleja relación que se establece entre el que mira y el que es mirado. Las reacciones de las personas fotografiadas son diversas, en los casos en que se nota que son conscientes de que los están fotografiando. En otros casos, la cámara es inadvertida por los sujetos. Pero en general se nota que hay una doble posición de los vigilantes. Generalmente se exhiben como si lo más importante no fuera vigilar, sino hacer constar su presencia, con un claro deseo de intimidar. Y sin embargo, cuando son interpelados por la afectada, verbalmente o por medio de la cámara, ocultan su identidad o simplemente se retiran. Su integridad como figuras de poder no soporta someterse al escrutinio de los demás.
Yoani Sánchez: Foto tomada por Reinaldo, mientras yo “acosaba” a mis acosadores. Tomado de Generación Y
Dije que los cubanos se sienten vigilados, pero también pude haber dicho que se imaginan vigilados. Hay una imaginación y un imaginario de la vigilancia en Cuba, y estudiarlo pudiera ser útil para entender los modos en que se representa colectivamente la relación entre los individuos y el Estado, así como para entender los modos en que cada ciudadano codifica su posición respecto al orden social, puesto que en esas circunstancias, sentirse vigilado también forma parte de un esquema que incluye el sentirse potencialmente culpable.
Ese es un tema que exige un análisis más especializado, probablemente desde la sociología o la sicología social, pero igual me sirve para hacer una lectura más precisa de algunas obras de artistas cubanos que últimamente se han basado en ese imaginario de la vigilancia y la represión. Por ejemplo, valdría la pena volver a revisar desde esa óptica la Obra-Catálogo #1, que circuló en forma de correo electrónico durante los días previos a la X Bienal de la Habana. Ese proyecto, firmado por Yeny Casanueva y Alejandro González, incluía una serie de documentos, entre los que se destacaba un informe sobre las actividades de numerosos artistas cubanos durante la bienal anterior. Dicho informe supuestamente había sido redactado por agentes de la Seguridad del Estado y había llegado accidentalmente a manos de los autores de esta obra. Al contrario de la mayoría de la gente siempre contemplé la posibilidad de que los documentos fueran apócrifos, lo cual sería muy coherente con algunas estrategias del arte cubano actual. Pero, también al contrario de lo que mucha gente piensa, en ese contexto no creo que la ficción le reste verosimilitud al gesto artístico. En casos así, la imaginación es un referente más confiable que la realidad.
Yeni Casanueva y Alejandro González. Archivo del MININT sobre el control ejercido por el gobierno cubano durante la IX Bienal de La Habana. Obra-Catálogo # 1 (fragmento)
Me gustó tu post! Cuando vi las fotos en el blog de Yoani me dije "se cambiaron los roles! y hasta una se tapa la cara!".
ResponderEliminarMuy interesante lo que escribes...
LA CITA INTRANSITABLE
ResponderEliminarHacer alto a su muerte es imposible,
cuando esa turba se muestra intransitable:
¿País prestado a bullicio tan amable,
merece juventud impredecible?
El miedo no es su karma, ni la audible
hambruna ante principios denostables:
La ira confundida entre los cables
se enreda con la náusea más temible.
Adónde van las huestes carcomidas,
sino a negarse al fin que son hermanos,
descifrando el desmán de ese hortelano,
que come y asegura, en su mordida,
dar al mundo otra prueba del desgano
que ha prendido en su turba de cubanos.
Que ha prendido en su turba de cubanos,
diezmada sólo por la incompetencia
de ideales, que aseguran su impotencia,
ante el muro senil de tantas manos,
empuñadas por seres tan ufanos,
como si semejante disidencia
atentara feroz con su decencia,
pronto en tela de juicio: Mito insano
que el hortelano impide remover,
con una libertad a medio hacer,
aturdida y cegada por su “gloria”,
pero esta cita deshecha, sin memoria,
podría reescribirse cual historia
de un pueblo que está a punto de aprender.
De un pueblo que está a punto de aprender
que la conciencia no es objeto de discordia,
cuando un gobierno asume la concordia
como un juego de bandos, a saber
con ese Arma-Ge-Dos, que al someter,
a unos contra otros ceremonia
conducta tan brutal, que testimonia
hasta cuánta infamia puede haber
en estas situaciones perentorias,
en que son condenados por escorias
aquellos que maldicen el poder
de un hortelano que niega hasta el comer
a sus hijos, cual Cronos furibundo,
lanzado de por muerte al inframundo.
JOSÁN CABALLERO
20 de noviembre del 2009.