A lo que hay que temerle no es a ese supuesto juez autoritario, verdugo de la cultura, imaginario, que hemos elaborado aquí. ¡Teman a otros jueces mucho más temibles, teman a los jueces de la posteridad, teman a las generaciones futuras que serán, al fin y al cabo, las encargadas de decir la última palabra!
Fidel Castro Ruz
Palabras a los intelectuales, La Habana, 1961
¿Te acuerdas con cuánta discreción, sobriedad y distancia pasaban nuestros maestros de la Facultad de Artes y Letras sobre el tema de PM? A lo mejor me lo estoy inventando, pues lo más probable es que ni siquiera lo mencionaran. El debate que dio lugar a los encuentros de Fidel Castro con los intelectuales cubanos, en el año 1961, parecía carecer de importancia para la historia del arte cubano, comparado con el discurso de Fidel Castro que dio por cerrada la discusión y que planteó (al menos eso sí nos decían) lo que serían los "principios" de la política cultural de la Revolución. Principios que, por demás, en un maravilloso malabarismo retórico, quedaron resumidos en una sola frase.
Acabo de releer el discurso de Fidel Castro en la página del Ministerio de Cultura de la República de Cuba, y ahí tampoco se ofrece más documentación sobre el evento, ni sobre el debate ni sobre la película. Las palabras de Fidel Castro aparecen como una entidad fundacional, original y mítica. La Historia no las toca porque (podemos suponer) no había "historia" antes de eso; sólo el caos.
El tema de la Historia en el discurso de Fidel Castro es digno de análisis más complejos y más autorizados. No voy a detenerme en eso, pero creo que para los estudiosos del tema estas Palabras a los intelectuales son un buen ejemplo de la manera contradictoria y confusa con que el por entonces Primer Ministro trataba de enfrentar temas como la posteridad y la trascendencia. Parece como si en aquel momento Fidel Castro todavía se dejara influir por la sospecha de que los intelectuales y el poder (el "poder revolucionario", decía él) podían tener diferentes concepciones de la Historia, diferentes retos ante la Historia o diferentes mecanismos para enfrentar esos retos.
Además del final del discurso (que aquí utilizo como exergo) hay muchas otras frases que me llaman la atención sobre esas contradicciones. Dejo a un lado el montón de retruécanos con que pretende explicar y justificar la coherencia entre el "derecho" a la censura y el supuesto estado de "libertad creativa" propiciado por la Revolución. Pero no puedo evitar citar un fragmento del texto, que me parece una joya de prestidigitación verbal (incluyo los aplausos):
No se diga que hay artistas que viven pensando en la posteridad, porque, desde luego, sin el propósito de considerar nuestro juicio infalible ni mucho menos, creo que quien así proceda se está autosugestionando. (APLAUSOS).
Y eso no quiere decir que quien trabaje para sus contemporáneos tenga que renunciar a la posteridad de su obra porque, precisamente creando para sus contemporáneos, independientemente incluso de que sus contemporáneos lo hayan comprendido o no, es como las obras han adquirido un valor histórico y un valor universal. Nosotros no estamos haciendo una Revolución para las generaciones venideras, nosotros estamos haciendo una Revolución con esta generación y por esta generación, independientemente de que los beneficios de esta obra beneficien a las generaciones venideras y se convierta en un acontecimiento histórico. Nosotros no estamos haciendo una Revolución para la posteridad; esta Revolución pasará a la posteridad porque es una Revolución para ahora y para los hombres y las mujeres de ahora. (APLAUSOS).
¿Quién nos seguiría a nosotros si estuviésemos haciendo una Revolución para las generaciones venideras?
Trabajamos y creamos para nuestros contemporáneos sin que eso le quite a ninguna creación artística el mérito de aspirar a la eternidad.
Mis recuerdos son vagos, pero tengo la sensación de que en algún momento Fidel Castro dejó de insistir en el hecho de que estaban (enfatizo el plural, mas no la tercera persona) trabajando para sus contemporáneos y comenzó a difundir la idea de que todos deberían sacrificarse por el bien de las generaciones venideras. Supongo (y me disculpo si esto suena demasiado prosaico) que el cambio ocurrió cuando los contemporáneos comenzaron a sentirse incómodos con la contemporaneidad que les tocaba "por la libreta".
Lo cierto es que detrás de ese cambio yo advierto la concreción de una visión monolítica (y totémica, tal vez) de la Historia. Por ello precisamente es una visión sin contradicciones. Pero el origen de las contradicciones de Palabras a los intelectuales no está en que Fidel Castro tuviera una posición mas dialéctica ante la historia, sino en que todavía se esforzaba un poco en ofrecer argumentos "razonables", tal vez influido por la certeza de que estaba tratando con personas inteligentes, muchas de las cuales eran más cultas y más educadas que él, y muy entrenadas para el discernimiento y el desciframiento de la retórica. Después de eso, el líder dejó de preocuparse por esos detalles y resolvió de plano las contradicciones, eliminando toda posibilidad de "lucha de contrarios". A partir de entonces, la Realidad, la Historia, la Posteridad y la Revolución dejaron de ser conceptos vulnerables ante la dialéctica.´
Pero yo quería hablarte de PM, porque en realidad las Palabras a los intelectuales fueron pronunciadas para justificar, legitimar e incluso para legalizar la censura que ejerció el ICAIC contra la película de Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante. Cada vez que lo veo, ese breve documental me parece más conmovedor. No te niego que me hace sentir nostalgia, sobre todo por la música. Pero también tiene que ver con la atmósfera. Yo creo que ese tipo de cine depende más de la capacidad para captar una atmósfera, y en PM eso está logrado a la perfección.
No es insignificante el que esa atmósfera recree un momento en la vida nocturna de La Habana de 1961. Ahí la ciudad aparece con un encanto que ya es irrecuperable. Por eso me sorprendo de nuevo, buscando, entre esa gente desconocida y esos espacios a los que no pertenezco, algo que tenga que ver con mi origen.
Lo curioso (y también tristemente irónico) es que el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) acusó a los autores de PM (y al documental mismo) de "ofrecer una pintura parcial de la vida nocturna habanera, que empobrece, desfigura y desvirtúa la actitud que mantiene el pueblo cubano contra los ataques arteros de la contrarrevolución a las órdenes del imperialismo yanqui."
Yo sé que es ingenuo pretender establecer una polémica intelectual (o simplemente inteligente) frente a ese tipo de argumentos, pero aunque sea para tu propio solaz (no Solás, aunque seguimos hablando de cine cubano) se me ocurren dos que tres preguntas: ¿Alguien conoce alguna obra de arte que ofrezca más que una "pintura parcial" de la realidad? ¿Quién puede creer que tomar cervezas y escuchar boleros es algo ajeno a la actitud del "pueblo cubano"? ¿Por qué los héroes no deben bailar rumba?
Hay una opinión bastante razonable acerca de que todo esto no era más que un pretexto para desmantelar al grupo de intelectuales reunidos alrededor del periódico Revolución. Pero de todas maneras, detrás de los argumentos usados para la censura se presiente una actitud ceremonial y casi religiosa frente a la historia, una actitud racista y elitista frente al pueblo y una actitud alevosa y prepotente frente al arte.
En sus Palabras a los intelectuales, Fidel Castro insistió en que no había razones para que los intelectuales cubanos se sintieran amenazados por el "poder revolucionario". Lo que nunca explicó es por qué el "poder revolucionario" debía sentirse amenazado por un documental de menos de 15 minutos de duración donde aparecían algunos cubanos bailando. Que la mayoría de esos cubanos fueran negros no me parece pura casualidad. Pero eso merece un análisis más profundo y también más cauteloso.
Trato de encontrar un buen final para esta carta y lo único que se me ocurre es recomendarte que veas las fotografías de Alejandro González. Es curioso que una de sus series se titula La Habana: AM-PM. Y de verdad tiene mucho que ver con esa visualidad de los ambientes marginales, aunque algunas de sus fotos me parece que reflejan un mundo más sórdido.
Ya me dirás...
Alejandro González. 1:42 am, 24 de diciembre del 2005, Vedado , La Habana, Cuba (de la serie La Habana: AM-PM)
Esos argumentos trascendentales a lo ‘blanco o negro’, o al ‘todo o nada’ lo único que sirvieron fue para secuestrarnos el país y dividirnos entre los de aquí y los de allá. ¿Qué es eso de los de aquí y los de allá? Cada día se diluyen más las barreras entre el país y el exilio. Puede verse en Miami, donde cuesta más trabajo definir las partes, el cliché del cubano de un lado y del otro, se ha vuelto un muñecón de comparsa carnavalesca, útil solamente para custodiar la agenda de ciertos grupos políticos, que no necesariamente vigilan los intereses nacionales.
ResponderEliminarLa gente quiere encontrarse con su barrio y con su familia. Luego de medio siglo de politiquería, hay un sentimiento popular de repugnancia a la constante rencilla, una atracción creciente hacia la tolerancia y el interés renovado de descubrir las cosas que en verdad nos unen, que no las que nos separan.
Voto por eso.
tony.
Magnífica reflexión Moli. Es un tema complejo por implicar a un gran acomplejado que no sabía bailar y odiaba los rasgos más esenciales del cubano, especialmente el urbano y capitalino. Un tipo que llegó al poder con una agenda psicológica más que ideológica, pero luego la fue revistiendo con el ropaje ideológico más cool que tenía a mano.
ResponderEliminarEs bueno que podamos comenzar a hablar del sujeto en pasado y enfocarnos en el posible parto de una nación diferente -y de diferencias inclusivas. Para qué otra cosa si no nos puede haber servido esta "cura de caballo".
Muy bien mi bro, las palabras de Fidel son lapidarias,
ResponderEliminar-lo que hay que temerle no es a ese supuesto juez autoritario, verdugo de la cultura, imaginario, que hemos elaborado aquí. ¡Teman a otros jueces mucho más temibles, teman a los jueces de la posteridad, teman a las generaciones futuras que serán, al fin y al cabo, las encargadas de decir la última palabra!-
Lo que no imagino es que la historia no lo Absolverá a él, pero si a muchos que fueron victimas del extremismo, en nombre de algo, que aún no sabemos que es. Un abrazo